Penhaligon's Babylon Eau de parfum

"Babilonia" puede describirse como "especias, seguidas de más especias, y luego un poco más de especias." Guarda similitud con "El Cairo", menos la rosa. A pesar de mi aversión a las fragancias orientales, hay un cierto chic en esta composición monocromática. Penhaligon's ha logrado crear una esencia de nada más que especias y madera que no parece pobre ni aburrida.

El azafrán juega el mismo violín agudo, salado-ácido, extrayendo de la nuez moscada su facción no confitera, seca y ligeramente espinosa; las vainas de cilantro verde añaden una tercera voz para armonizar. Juntos, de alguna manera se asemejan al aroma del café de carbón del Medio Oriente — menos el café: en su lugar, lo que se supone que debe servir solo como aditivos de sabor y aromáticos toma el centro del escenario.

El "cuerpo" resinoso-maderable de la fragancia parece estar compuesto de mil matices, formando colectivamente un color complejo y mezclado: hay una sensación de canela, junto con clavo, una sombra de incienso, el polvo del pachulí... quizás incluso el oud, relegado al cajón inferior del chiffonier para no dominar el primer plano. Hacia el final, "Babilonia" se vuelve inesperadamente más dulce e incluso más oscuro — evidentemente, el oud logró escapar del armario y, recogiendo una vainilla casi idéntica a la de El Cairo, realizó unas cuantas rondas de vals a través de la sala de exposición.