Crema para barba Imperial Beard Urban Beard Oil

Imperial Beard Urban Oil, elaborado con aceites de argán, jojoba y sésamo, nutre profundamente la barba, otorgándole una fragancia agradable y delicada.

La protección antibacteriana es proporcionada por la inclusión del aceite esencial de árbol de té, que protege y calma la piel de irritaciones.
Suaviza, hidrata y relaja el cabello, haciendo que la barba sea más suave y atractiva.
Sin alcohol.

El aceite de argán se extrae del árbol de argán, que crece en Marruecos y el suroeste de Argelia. Rico en vitamina E y antioxidantes, también es valorado por sus propiedades cosméticas. Con cualidades nutritivas, regeneradoras y restauradoras, es ideal para el cuidado de la barba. A menudo referido como un aceite milagroso, el aceite de argán añade autenticidad al antiguo ritual de belleza, una versatilidad que lo hace tan notable.

El aceite de jojoba es en realidad una cera líquida obtenida de las semillas de la planta de jojoba, también conocida como "avellana silvestre", que crece en Sudamérica. Con raíces que pueden alcanzar más de 30 metros de longitud, este árbol puede retener la humedad en suelos desérticos, resistiendo así la sequía. Su composición, similar a la del sebo humano, tiene una afinidad notable con la piel y el cabello. Masajes regulares con este aceite restaurarán la vitalidad y el brillo de la barba.

El sésamo es una planta oleaginosa anual que crece en Asia tropical y pertenece a la familia de las Pedaliaceae. Ha sido cultivada en África y Asia durante miles de años. Es bastante posible que el sésamo fuera la primera planta de la cual se extrajo aceite comestible alrededor de hace 3500 años en Mesopotamia. Este aceite penetra fácilmente en la piel y el cabello de la barba, suavizándolos, protegiéndolos contra los rayos ultravioleta, nutriendo y calmando irritaciones.

El árbol de té debe su nombre al navegante James Cook y su tripulación, quienes al llegar a Australia prepararon un té refrescante con las hojas de este árbol. También notaron que los pueblos indígenas usaban estas hojas para hacer cataplasmas, que aplicaban en heridas para tratar infecciones. Mucho antes de la aparición de los primeros antibióticos sintéticos en 922, las hojas del árbol de té fueron destiladas, y sus increíbles propiedades antisépticas y antibacterianas fueron confirmadas.